Entrada de Roger de Flor en Constantinopla - 1888

Entrada de Roger de Flor en Constantinopla - 1888

JOSÉ MORENO CARBONERO (1860-1942)

La descripción del tema representado en este cuadro es detalladamente recogida, desde antiguo, en los catálogos del Senado, lo que hace pensar en el propio pintor como autor de ésta.

La llegada de ocho mil almogávares catalanes y aragoneses a Constantinopla en 1303 en auxilio del emperador bizantino que luchaba contra el amenazante poder turco, constituye una exaltación patriótica de la españolidad y de la defensa de la religión, más allá de las fronteras ibéricas. Ese mensaje ideológico hubo de presidir, sin duda, la elección del tema que, si bien tiene escasa presencia en las historias de España de carácter más castellanista, cobra una especial relevancia desde la perspectiva de la Corona de Aragón y, en particular, desde Cataluña. Ese componente de carácter “descentralizador”, destinado a configurar simbólicamente un lugar tan emblemático como era el diseño que se estaba realizando para el Salón de Conferencias del Senado, hubo de contribuir, sin duda, a aumentar el interés por el argumento.

Es una de las obras más cautivadoras y espectaculares que se llevaron a cabo dentro del género. Cabe destacar su grandiosa escenografía y también su peculiar sentido decorativo, que alcanza el refinamiento y la variedad de un maestro. Todo está, además, impecablemente pintado: impresiona la habilidad para reproducir todas las cualidades materiales del objeto, lo que revela su asimilación completa de los principios de la representación realista, que, por supuesto, incorpora también a las actitudes y gestos de los personajes, a pesar de que asisten a un acto tan excepcional como aparatoso. Las tintas claras y trasparentes traducen una atmósfera limpia y pura, como si se hubiera pensado al aire libre. En efecto, tras documentarse en París, Moreno Carbonero captó directamente en Málaga los efectos de luz de sus personajes, haciendo posar a sus amigos del natural.

Pero, aparte de su contenido ideológico y su espléndida ejecución técnica, Moreno Carbonero se revela en esta pintura sorprendentemente próximo a algunas poéticas finiseculares, utilizando el expresivo contraste visual y conceptual que se genera entre los bárbaros mercenarios, encarnación de la fuerza brutal, fiera y primitiva, y el lujoso poder bizantino, a la vez opulento y decadente, como un mecanismo sutil de seducción y, a la vez, de contradicción.

Aunque, por el destino previsto desde su inicio, no fue una pintura que alcanzase tanta repercusión entre sus contemporáneos (sólo estuvo en la Exposición Internacional de Múnich de 1888, a diferencia de otras del género), los testimonios que nos han llegado revelan una satisfacción unánime. El 20 enero de 1889, unos días después de anunciada su exhibición, el Senado dio un homenaje al pintor, y aumentó el precio de 15.000 pesetas, fijado inicialmente, hasta 40.000.

(Extracto de: De Miguel Egea, P. (Coordinadora), de Antonio, T., Reyero Hermosilla, C., Gutiérrez Burón, J., & Solana Díez, G. (1999). El arte en el Senado (pp. 286-289). Secretaría General del Senado. Madrid.)