Cristóbal Colón en el convento de la Rábida - 1856

Cristóbal Colón en el convento de la Rábida - 1856

EDUARDO CANO DE LA PEÑA (1823-1897)

El cuadro ilustra el esfuerzo de Cristóbal Colón por convencer de sus hipótesis a los monjes del monasterio de La Rábida y estilísticamente responde a una síntesis ecléctica de las corrientes académicas más en boga, a mediados del siglo XIX.

La crítica coetánea fue, en general, muy elogiosa con la pintura. Destacaron, sobre todo, la importancia del tema, la destreza en la aplicación de los elementos formales en los que un pintor era primordialmente educado (composición y dibujo, en particular), la habilidad para caracterizar con propiedad los accesorios, en concreto muebles y trajes, aspecto crucial del género, pues en ellos radicaba la posibilidad de comprender la ubicación espacio-temporal de la escena, las actitudes de los personajes, que llegaron a ser juzgadas como naturales, y también valoraron, incluso, el adecuado empleo de las citas estilísticas del pasado.

Los aspectos que consideraron, en cambio, más negativos se refieren a la verosimilitud intelectual de la pintura, elemento al que los críticos de pintura de historia estuvieron siempre muy atentos, sobre todo en lo que se refiere a los personajes, demasiado dulces y frescos, que no parecían responder a la verdad. Algunos fueron incluso reprobatorios con la figura de Cristóbal Colón.

Dentro del descrédito general sufrido por el género a lo largo del siglo XX, esta pintura ha sido sorprendentemente salvada por la crítica, acaso porque se ha visto favorecida con el papel de referente historiográfico al suponer la estancia de Colón en el Monasterio de La Rábida la génesis de su proyecto, lugar en el que el Almirante recibe el decisivo apoyo de Fray Juan Pérez y Fray Antonio de Marchena que le facilitan el contacto directo con la reina Isabel. Se trata de una pieza indispensable para la comprensión y valoración de la especialidad e, incluso, para analizar los elementos estéticos que intervinieron en la conformación del gusto a mediados del siglo XIX en España.

Un boceto preparatorio de este cuadro, cuyo paradero actual se desconoce, estuvo en la colección de los duques de Montpensier. Se conocen dos copias, una en el antiguo Ministerio de la Presidencia, en Madrid, y otra en el Museo Marítimo de Barcelona. Una litografía del lienzo, realizada por P. Martí, fue publicada en 1859 en la revista Las Bellas Artes.

(Extracto de: De Miguel Egea, P. (Coordinadora), de Antonio, T., Reyero Hermosilla, C., Gutiérrez Burón, J., & Solana Díez, G. (1999). El arte en el Senado (pp.244-247). Secretaría General del Senado. Madrid.)