Visita del cardenal Tavera al famoso escultor Alonso Berrugete

Miguel JADRAQUE Y SÁNCHEZ OCAÑA (Valladolid, 1840 - Madrid, 1919)

1884. Óleo sobre lienzo, 98 * 128 cm.

Obra depositada por el MUSEO NACIONAL DEL PRADO en el Senado

El cuadro representa un hipotético encuentro entre el cardenal Juan de Tavera, arzobispo de Toledo, sentado a la izquierda, vestido con el hábito que le identifica como purpurado y acompañado de dos clérigos y otro hombre, y el escultor Alonso Berruguete, en pie, a la izquierda, en actitud explicativa. La escena tiene lugar, presumiblemente, en la casa o el taller del escultor, a juzgar por los fragmentos escultóricos de escayola que cuelgan de la pared del fondo. En el centro de la estancia, los asistentes admiran la escultura de San Sebastián, perteneciente al retablo de San Benito de Valladolid (hoy despiezado en el Museo Nacional de Escultura de esa ciudad), que fue realizado por el escultor entre 1527 y 1533, mientras un grupo de figuras se pierde, en segundo término, por la derecha. Con el fin de mostar su erudición, el pintor ha dispuesto, apoyado sobre la mesa que, cubierta con un paño, sostiene la escultura, un dibujo con las trazas para un retablo (a fines de los años veinte había contratado también el retablo del Colegio de los Irlandeses de Salamanca), que es contemplado con atención por un muchacho, figura que sirve, asimismo, para cerrar la composición por la derecha. Con similar intención ilustrada, el artista ha pintado, a la izquierda, en penumbra, un fragmento de la sillería de un coro, probablemente perteneciente a la realizada por Berruguete para la capilla de Reyes Nuevos en la Catedral de Toledo en 1539. Berruguete había trabajado en esta obra en Valladolid en los años en que ostentaba la mitra toledana el cardenal Tavera, que fue su protector, periodo en el que también se ocupó de otras piezas para la catedral primada, como las tribunas en mármol, en 1545, y la silla arzobispal, en 1548. Precisamente, el último gran trabajo del escultor habría de ser el Sepulcro del cardenal Tavera, realizado entre 1554 y 1561, instalado en el Hospital Tavera de Toledo, donde murió, pieza que, sin duda, hubo de servir a Jadraque para caracterizar al prelado.

La pintura responde al estilo característico de Jadraque, donde se mezclan la erudición histórica, la minuciosidad descriptiva, la viveza de colores y una cierta voluntad de apariencia realista en los elementos compositivos, como la figura de espaldas, ajena al espectador, de la que, sin embargo, se burlaron algunos críticos tradicionales, cuando se expuso en la Nacional de 1884. Al respecto, Vicente de la Cruz escribió: "Es mucho trabajo el que emplea el señor Jadraque con sus frailes y cardenales, Berruguete no es como V. le pinta, y sobre todo, ¿Por qué aquella figura de espaldas al público?". Como ha señalado Barón, el hecho de que Jadraque estuviera habituado a pintar temas de interior hace que, no sólo sus cuadros sean bastante similares, sino que también se encuentren en ellos los mismos elementos, como, por ejemplo, el pavimento. (Texto de Carlos Reyero Hermosilla, dentro del libro "El Arte en el Senado", editado por el Senado, Madrid, 1999, págs. 266).