retratoImaginarioFelipeII - senadocultural

Antonio SAURA (Huesca, 1930 - Cuenca, 1998)
1983. Óleo sobre lienzo, 130 * 97 cm.
Antonio Saura inició su carrera pictórica muy joven y de forma autodidacta. En París, entre 1953 y 1955, militó en el surrealismo, del que pronto se sintió defraudado. En 1957 fundaba el grupo El Paso, que trajo a nuestro país la abstracción informalista; pero en realidad, la obra de Saura nunca ha sido abstracta, sino que se sitúa en la tradición española de la figuración expresionista, acentuada por una violenta gestualidad y una drástica reducción de la gama cromática.
Retrato imaginario de Felipe II (1983) forma parte de la larga serie de imágenes dedicadas por el artista (desde los años sesenta hasta su muerte) a la efigie del Rey prudente. En uno de sus textos, Saura explicó los impulsos ambivalentes que latían en esta serie. Comenzaba allí recordando el caso de sus pinturas sobre Brigitte Bardot, donde algunos vieron simplemente una sátira del culto a la vedette, olvidando el poder del "deseo plástico" y "la complejidad de la fascinación del mito".
"Semejante ambivalencia -continúa el artista- aparece cuando intento responder a la motivación de la serie Retratos imaginarios de Felipe II, realizados no solamente a partir del lúgubre y luminoso cuadro de Sánchez Coello del Museo del Prado de Madrid, sino también de toda la amplia galería histórica de caballeros holandeses y españoles vestidos con trajes negros. El deseo de inundar los muros con este desfile de fabulosos ancestros también personales, la resonancia espacial y la efectividad de las manchas negras sobre los fondos terrosos, el surgimiento de los rostros afirmadores y convulsos entre espuma y medusas, ¿no será tan importante como la referencia implícita a la imagen detestada y a cuanto ella significa? Y la necesidad de liberarse de esta forma del "peso de la historia", ¿no será tan fuerte como la atracción persistente provocada por ciertas obras, no necesariamente las mejores, ya para siempre fijadas en el museo personal de las obsesiones?"
Este Retrato imaginario de Felipe II está relacionado con la serie Dora Maar visitada, que Saura desarrolla en 1983 sobre un cuadro de Picasso, a partir de un encargo del Museo Picasso de Antibes. En la cadena obsesiva de sus metamorfosis, el Felipe II de Saura se asemeja sucesivamente a un cactus, a un insecto, a un cráneo desollado, al Pato Donald, a una máscara africana y también a la efigie dislocada de Dora Maar pintada por Picasso en 1939. (Texto de Guillermo Solana Díez, dentro del libro "El Arte en el Senado", editado por el Senado, Madrid, 1999, pág. 414).