Hartmann Schedel. Liber Chronicarum

Liber Chronicarum

Hartmann Schedel

Liber Chronicarum

(Norimbergae, 1493)

El Registrum huius operis libri cronicarum cu[m] figuris et ymagi[ni]bus ab inicio mu[n]di, o Libri chronicarum cum figuris et imaginibus ab initio mundi, edición latina princeps del más generalmente conocido como Liber Chronicarum o Crónica de Nuremberg, fue impreso in folio el 12 de julio de 1493 en esta última ciudad alemana por Anthonius [Anton] Koberger, siendo sus editores Sebaldus Schreyer y Sebastianus Kamemaister.

La obra, redactada por Hartmann Schedel, constituye, aunque publicada ya en la última década del s. XV, al final del periodo tradicionalmente considerado como el de la cuna de la imprenta occidental (de donde la denominación de incunabulum-la), una de las cumbres de la imprenta europea y mundial, tanto por su enfoque y contenidos textuales —al pretender compendiar, aunque todavía desde un punto de vista acientífico y estrictamente fiel al relato bíblico, todo el devenir de la humanidad hasta esa fecha— como por su impresionante aparato xilográfico, que comprende casi dos mil ilustraciones, representando tanto las figuras de Dios padre y Cristo como la de la Virgen María, los apóstoles, los santos, una amplia serie de mártires, obispos y otras dignidades eclesiásticas, las diferentes potestades angélicas, animales reales y fantásticos, vistas de múltiples ciudades europeas de la época o de Tierra Santa, e incluso dos imágenes cartográficas (un mapa a toda página de la Europa central y nórdica, y  su célebre planisferio ptolemaico a libro abierto).

No obstante una cierta estandarización, al repetirse en buen número de casos los grabados y representarse las ciudades conforme a patrones más o menos genéricos, casi siempre inventados o idealizados —lo que inaugura la moda de la literatura de viajes ilustrada, materializada tempranamente en obras como Civitatis orbis terrarum — el despliegue gráfico y artístico es ciertamente espectacular. Los autores de las ilustraciones fueron Michael Wohlgemuth, maestro de Durero, y Wilhem Playdenwurff. El propio Anton Koberger, considerado el príncipe de los impresores alemanes, y que  hacia 1509 contaba ya con no menos de 24 prensas, fue asimismo amigo personal del archiconocido artista y grabador, quien además de asesorarle en varias de sus empresas editoriales trabajó ya, muy verosímilmente, en este Liber Chronicarum.

Cuanto antecede explica, a pesar de haber sido en aquella época los libros uno de los bienes muebles más caros e inaccesibles —con mayor razón los profusamente ilustrados y en gran formato como el que nos ocupa—, tanto el enorme éxito editorial de la obra (objeto de cinco diferentes ediciones latinas y germanas, además con múltiples reimpresiones y variados estados y emisiones) como la supervivencia hasta esta fecha de un buen número de ejemplares, repartidos entre diferentes colecciones públicas y privadas. En su calidad de primera edición, así como al incluir numerosas letras capitulares manuscritas de gran belleza y hallarse en un admirable estado de conservación, el conservado en la Biblioteca del Senado puede con razón considerarse como uno de los más valiosos.
 

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