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Agapito VALLMITJANA ABARCA (1860 - 1915)
c. 1883
Hernán Cortés es, en palabras del historiador Modesto Lafuente, el más famoso de los conquistadores del Nuevo Mundo después de Cristóbal Colón, por lo que su imagen tuvo, a lo largo del siglo XIX, una preeminencia simbólica, tanto en pintura como en escultura, que lo convirtió en especialmente adecuado para exaltar las glorias imperiales españolas. Emprendió, desde la isla de Cuba, la conquista de Méjico: tras vencer a los nativos en Tabasco y "quemar las naves", proverbio que se utiliza, desde entonces, para referirse a la voluntad firme de no volver atrás en cualquier empresa, entró en contacto con el emperador Moctezuma, con el que se entrevistó el 8 de noviembre de 1519 y al que decidió tomar preso. Después de múltiples vicisitudes (matanza de "La noche triste", la batalla de Otumba, la prisión del nuevo emperador Guatimocín), volvió a España para entrevistarse con Carlos V y morir, cerca de Sevilla, el 2 de diciembre de 1547.
El personaje va vestido con media armadura, guanteletes, banda, calzas y sobrepelliz abierta, que le llega hasta las rodillas. Posa enfáticamente, con la pierna y el brazo derechos ligeramente adelantados. Con el rostro barbado y media melena, mira al horizonte con gesto confiado y seguro. Detrás de su pierna izquierda aparece representado un ídolo prehispánico, en posición invertida, en clara referencia a la sumisión azteca.
La pieza responde al historicismo arqueologista de finales del siglo XIX. El escultor se ha documentado rigurosamente, reuniendo todo tipo de informaciones gráficas y literarias sobre el personaje antes de emprender su realización, con objeto de ofrecer una representación erudita y verosímil. Desde un punto de vista estilístico, aunque la pose es eminentemente clásica, el escultor se atreve a introducir un cierto dinamismo, lo que permite establecer, a su vez, una cierta relación con el espectador, al tiempo que trata de aproximarse a una captación de su personalidad.
Agapito Vallmitjana y Abarca empezó a firmar sus obras a comienzos de los años ochenta, poco antes de que su padre, Venancio, y su tío, Agapito, separasen, en 1883, el taller que habían mantenido juntos. Precisamente entonces padre e hijo abrieron otro al lado del que había existido con anterioridad. Ello hubo de contribuir, sin duda, a la unificación formal de las piezas, circunstancia favorecida, en este caso, por el marco al que iba destinada, la decoración del Salón de Pasos Perdidos del Palacio, junto a otras esculturas y pinturas de asunto histórico. Ossorio cita una estatua de Hernán Cortés para el Senado como obra de Sanmartín, que debe ser ésta. (Texto de Carlos Reyero Hermosilla, dentro del libro "El Arte en el Senado", editado por el Senado, Madrid, 1999, pág. 476).