Francisco de Paula Martínez de la Rosa

José María GALVÁN Y CANDELA (Madrid 1837 - 1899)

Óleo sobre lienzo, 95 * 65 cm.

Francisco de Paula Martínez de la Rosa nació en Granada en 1788. Intervino activamente en la Guerra de la Independencia siendo Comisario de la Junta de Salvación y Defensa de su ciudad natal. En 1810 se trasladó a Londres para estudiar el sistema constitucional británico, lo que le servirá de mucha ayuda para sus posteriores intervenciones en las Cortes de Cádiz. Su significación liberal le obligará a exiliarse con el restablecimiento del absolutismo por Fernando VII. Tras el triunfo del levantamiento de Riego, Martínez de la Rosa será nombrado Jefe de Gobierno -1821-1822-, pero tiene que volver al exilio con la reposición del monarca borbónico. Regresa a la muerte del Rey, y su viuda, la Reina Gobernadora Doña María Cristina, se apoyará en él para dirigir las riendas del país en 1834, precisamente el año que se estrenaba en Madrid su obra El mercader de Venecia (1830), uno de los mejores dramas románticos españoles junto con D. Álvaro o la fuerza del sino (1835) de su amigo el Duque de Rivas.

Martínez de la Rosa dará el primer paso para la implantación del constitucionalismo en España con el Estatuto Real de 1834, que sancionaba el sistema bicameral al establecer unas Cortes formadas por dos estamentos: el de Próceres y el de Procuradores. Pese a ello, con la caída de la regencia de Doña María Cristina, Martínez de la Rosa tiene que exiliarse nuevamente, no regresando hasta años más tarde para, eso sí, desempeñar cargos tan impor-tantes como la Presidencia del Consejo de Estado, varios Ministerios, la representación diplomática en Francia e Italia, y la Presidencia del Congreso en varias Legislaturas, puesto este último en el que es retratado por Ojeda en 1877.

Por esas mismas fechas el Senado le encarga otro retrato a José María Galván por entender que el creador del sistema bicameral en España debía de tener representación en su Galería de Presidentes. Galván sigue, salvo leves diferencias, el retrato de la Academia Española que le hiciera en 1849 su amigo el Duque de Rivas, estando los dos en misión diplomática en Gaeta. Modelo que retorna también en esos mismos arios Francisco Díaz Carreño (1840-1903) para la Junta de Iconografía Nacional. Su precio 562'50 ptas., similar al de Galván, indica la condición de copia de los dos.

El Duque de Rivas había mandado su retrato a la Exposición Nacional de 1856 pero no tuvo precisamente mucho éxito como se deduce de este comentario de un crítico del momento: Nuestro poeta ha demostrado bien a las claras que en pintura carece del talento que tiene en poesía, No decimos esto por criticar al autor de dicho retrato, sino porque nos ha pasmado que ... no haya salido, ya que no con mejores dotes artísticas, al menos con más exacto parecido. Defectos que todavía son más acentuados en la obra de Galván, con partes tan poco conseguidas como las manos, una de las pocas alteraciones con relación al original, manos desproporcionadas y poco masculinas. El estilo y las características de Galván quedan claras, en cambio, en detalles como la precisión en la ejecución de las condecoraciones, la orden del Toisón y la de Carlos III, la medalla de la Academia Española, o los bordados del uniforme de gala de Embajador que para la ocasión viste Martínez de la Rosa. (Texto de Jesús Gutiérrez Burón, dentro del libro "El Arte en el Senado", editado por el Senado, Madrid, 1999, pág. 192).