Cristóbal Colón

Juan SANMARTÍN Y SERNA (1830 - ?)

1882

Cristóbal Colón, almirante genovés que, al servicio de la Corona de Castilla, fue el principal protagonista del Descubrimiento de América, constituye la figura histórica más prestigiosa del pasado español en la historiografía del siglo XIX. Son decenas los retratos, cuadros de historia, estatuas y monumentos conmemorativos que, no sólo en España, sino también en Europa y América, contribuyeron a popularizar su imagen. En el específico caso español esta imagen fue sistemáticamente utilizada para exaltar el nacionalismo expansionista.

En esta estatua, que forma parte de la decoración del Salón de Pasos Perdidos del Palacio del Senado, Colón aparece en su iconografía más característica, ampliamente divulgada, por lo que el escultor se ha limitado a seguir, con absoluta fidelidad, un modelo previamente consagrado: el navegante, junto a una esfera que representa el globo terráqueo, señala enérgicamente con su mano derecha, mientras lleva un pergamino en la izquierda, doble referencia a sus planes cartográficos y a su diario. La inscripción de la peana nos aclara que corresponde al momento en que se descubre tierra firme, después de navegar varias semanas por el océano, por lo que se reconoce una voluntad de proporcionar una cierta ambientación teatral a la figura, inmersa en una acción concreta. Viste, como es también habitual, con jubón, atado al cinto, y amplia sobrepelliz. Su gesto es sereno, pero seguro, con la mirada puesta en un horizonte lejano; muestra una frente despejada, con la cabellera que le cae por detrás.


Esta pieza es una de las tres versiones que, según Ossorio, realizó. Una de ellas, idéntica a ésta, le fue encargada por el Arsenal Militar de Cartagena en 1882; fue realizada en Génova, de donde partió para Cartagena el 21 de junio de 1883 y a donde llegó el 26 de agosto, aunque no fue colocada como monumento público hasta 1921. Dadas las fechas, es evidente que estas esculturas de Colón fueron concebidas de forma seriada.

Sanmartín fue un escultor gallego formado en la Academia de San Fernando y en Roma, donde estuvo pensionado, así como en París. A pesar de tan cosmopolita bagaje, sus estatuas, entre las que destaca la del monumento a Méndez Núñez (Santiago de Compostela, Paseo de la Alameda), poseen un extraño envaramiento, fruto de una cierta dificultad por disponer con soltura y agilidad la pose, lo que genera una enfática teatralidad. Todo ello, unido a una cierta desproporción, como se reconoce en Colón, le aleja del naturalismo emergente. (Texto de Carlos Reyero Hermosilla, dentro del libro "El Arte en el Senado", editado por el Senado, Madrid, 1999, pág. 472).