Alfonso X tomando posesión del mar, después de apoderarse de la plaza de Cádiz

Matías MORENO GONZÁLEZ (Fuente el Saz, Madrid, 1840 - Toledo, 1906)

1866. Óleo sobre lienzo, 280 * 318 cm.

Obra depositada por el MUSEO NACIONAL DEL PRADO en el Senado

La pintura evoca uno de los pasajes más representados del reinado de Alfonso X el Sabio, el momento de la toma simbólica del mar tras la ocupación de Cádiz, que tenía un especial significado para la historiografía del siglo XIX, por cuanto preludiaba la expansión por África y América, indispensables referentes del imperalismo español. El catálogo de la Exposición Nacional de 1866, donde obtuvo una consideración de tercera medalla, así lo explicaba: "Don Alfonso El Sabio, después de haber ganado a los moros la ciudad de Cádiz, primera plaza marítima que poseyeron los Reyes de Castilla, tomó posesión del mar para abrir a los cristianos el camino que había de conducirlos a África". La preeminente figura del obispo con la cruz subraya el papel de la religión en el acontecimiento.

A pesar de la recompensa recibida en la Nacional de 1866, una consideración de medalla de tercera clase, la pintura fue bastante censurada por la crítica coetánea. José García echa en falta un elemento tan indispensable dentro del género como la verosimilitud, sobre todo en "aquellos guerreros, en cuyas cabezas ha debido reflejarse la tinta caliente que imprimen los combates bajo los rayos del sol". En definitiva está pidiendo una referencia temporal, que la pintura de historia más académica, como es ésta, no ha recogido todavía. Tampoco a Tubino, que escribe en la Revista de Bellas Artes, le complace el cuadro, y sólo salva la grandeza del tema; cree que el pintor "necesita estudiar mucho el arte de la composición y la manera de entonar las tintas que elija para animar los objetos y figuras que en sus obras coloque". También resulta bastante curiosa -y absolutamente impropia- la construcción amurallada, al fondo de la composición, utilizada como supuesta alusión al enclave defensivo gaditano, elemento tan impactante que, de por sí, evidencia unas escasas preocupaciones arqueológicas, cuando, por otra parte, el pintor se preocupa de incorporar detalles simbólicos menores, como la referencia al escudo de Cádiz sobre el pergamino que lleva un personaje, a la izquierda. Pero el cuadro resulta convencional, ante todo, por la abusiva retórica gestual de los personajes, siendo especialmente declamatoria la actitud del monarca.

Se ha supuesto que esta obra tenga que estar, de algún modo, en relación con un concurso propuesto por la Academia de Cádiz en 1865, relativo al origen del escudo de la sede episcopal gaditana, cruz latina florenzada sobre ondas, asentado en la tradición de que uno de los soldados de Alfonso X se adentró en el mar, tras la conquista de Cádiz, clavando sobre la arena el estandarte con la cruz. Ricardo Balaca, Manuel Cabral Bejarano y José María Rodríguez de Losada realizaron pinturas donde se desarrollaba ese tema. (Texto de Carlos Reyero Hermosilla, dentro del libro "El Arte en el Senado", editado por el Senado, Madrid, 1999, pág. 284).