Nu allongé. Tresse Lisse

Baltasar LOBO (1910 – 1993)

1967. Bronce

Baltasar Lobo nació en Cerecino de Campos (Zamora). En su adolescencia trabajó como aprendiz en un taller de imaginería religiosa de Valladolid, mientras seguía los cursos nocturnos en la Escuela de Artes y Oficios. En 1927 ingresó -gracias a una beca- en la madrileña Escuela de San Fernando de Madrid, pero la enseñanza académica le aburría de tal modo que abandonó los estudios a los tres meses (perdiendo también la beca). En 1928 descubrió lo moderno al asistir a una exposición de los pintores españoles de París, y al mismo tiempo sus visitas al Museo arqueológico le revelaron las estatuillas ibéricas. Durante una temporada, Lobo se ganó la vida como marmolista, haciendo lápidas sepulcrales. En la guerra civil combatió en las filas republicanas; después tuvo que exiliarse a Francia, donde sería acogido por Picasso. En París conoció también al escultor Henri Laurens, con quien trabajaría algunos años.

La doble influencia de Picasso y Laurens, así como la impronta de la escultura cicládica, se advierte en sus esculturas de los años cuarenta, cuando cuaja el estilo personal de Lobo. En 1946 (año en que expone en París y participa en la famosa colectiva de artistas españoles en Praga) inicia un ciclo de obras sobre la maternidad, que domina toda esta década y se prolonga en la siguiente. Gaston Diehl, especialista en la obra de Lobo, ha hablado de la exaltación de una Diosa-Madre o Diosa de la Fecundidad. Lobo estiliza y simplifica radicalmente el gesto muchas veces ritual y la anatomía de sus figuras. Hacia 1957, la influencia de Laurens dará paso a la de Arp y Brancusi.

En 1960 tiene lugar la primera exposición de Lobo en España, en el Museo de arte contemporáneo. En la primera mitad de los años 60, reaparece en su obra un naturalismo elemental inspirado en la escultura arcaica. El tema central sigue siendo el desnudo femenino (acostado, arrodillado, peinándose...) o bien fragmentado (en sus torsos), que evidencia una voluntad clásica en el sentido más amplio de la palabra. Lobo suprime los detalles (los rasgos de la cara, a veces incluso las manos y los pies) para quedarse sólo con lo esencialmente escultórico: los volúmenes abultados, rotundos, de los muslos, el vientre, los brazos, los pechos, la cabeza. El pulimento de la superficie del bronce (o del mármol, en otros casos) exalta más la plenitud de las formas. (Texto de Guillermo Solana Díez, dentro del libro "El Arte en el Senado", editado por el Senado, Madrid, 1999, pág. 496).